miércoles, 20 de marzo de 2024

Tecnologías de bajo impacto ambiental y social

En un proceso de ingeniería, el contar con una tecnología que posibilite el desarrollo de un proceso, es fundamental. Dentro del marco de la ingeniería del decrecimiento, se busca no solo reducir el impacto ambiental de las tecnologías, sino también abordar las desigualdades sociales y promover un estilo de vida más equitativo y sostenible. 

Al redefinir los procesos en la ingeniería del decrecimiento, además de cumplir con todo lo comentado en entradas anteriores, hemos de tener en cuenta también que se han de utilizar tecnologías que sean de bajo impacto ambiental y social, es decir, que minimicen el consumo de recursos naturales, la generación de residuos, y que cumplan además con un relevante papel social, además de que sean asequibles y democráticas.

Las Tecnologías de bajo impacto ambiental y social deberían minimizar la dependencia de los combustibles fósiles, además de reducir las emisiones de gases de efecto invernadero, contribuyendo así a mitigar el cambio climático y a preservar los recursos naturales.

Desde un punto de vista social, las tecnologías de bajo impacto deben tener como objetivo minimizar los efectos negativos en las comunidades, evitando o mitigando problemas como la exclusión, la discriminación, la pérdida de empleo, la desigualdad económica y la alienación. 

Fomentar el desarrollo de tecnologías de reciclaje avanzadas y promover la reutilización de materiales serán básicas para la redefinición de los procesos de ingeniería, ya que además de reducir la cantidad de desechos que se generan, minimizarán la necesidad de extracción de recursos naturales, además, de que crearán sistemas de reciclaje comunitarios creando oportunidades de empleo local y fortaleciendo la economía circular.


viernes, 16 de febrero de 2024

Diseño, durabilidad y reparabilidad

Es palpable que nos encontramos en un momento en el que el consumo desaforado y la vorágine de usar y tirar se ha adentrado tanto en nuestra vida cotidiana que ya no es que no nos demos cuenta, sino que hasta que nos parece normal. 

Uno compra, por ejemplo, un electrodoméstico pequeño y al poco tiempo deja de funcionar. Y como ha costado tan poco, no nos importa comprar otro y tirar el que ya no funciona, sin plantearnos el arreglarlo, o que al optar por esa opción, nos llevemos la sorpresa que cuesta más dicha reparación que el comprar otro. La famosa "obsolescencia programada".

O, nos compramos una prenda ya sea por moda o por necesidad y a los pocos lavados o a las pocas puestas, ésta ya o bien ha perdido sus particularidades o bien ya no nos es útil.

Está claro que debemos repensar además de nuestra forma de consumo, nuestras propias necesidades.

En una situación como la actual, el desarrollar productos y sistemas que duren más tiempo y que puedan ser reparados y/o actualizados fácilmente, reduciendo así la necesidad de reemplazo constante, el consumo de nuevas materias primas y la generación de residuos, debería ser ya un objetivo primordial de todo sistema productivo.

Crear productos, infraestructuras y sistemas que duren más tiempo y que puedan ser mantenidos, reparados y actualizados fácilmente a lo largo de su vida útil, buscando reducir el desperdicio, promover la sostenibilidad y minimizar el impacto ambiental de las actividades humanas es algo que es base para un consumo maduro y sostenible. Algunas prácticas clave incluirían la selección de materiales duraderos, un diseño más sencillo o modular, con facilidad en su reparación, uso de estándares y fundamentalmente que sus piezas puedan ser reutilizadas, recusadas y/o recicladas.
  • Selección de materiales duraderos: Utilizar materiales de alta calidad y durabilidad, en la construcción de productos y estructuras, pero sin caer en el extractivismo y en la explotación de recursos naturales,  implicando además, la elección de materiales resistentes a la corrosión, la degradación y el desgaste, así como aquellos que son fáciles de mantener, reparar y sustituir, sin ser dañinos para el medio ambiente y el ser humano.
  • Diseño modular: Dividir los productos y sistemas en componentes modulares que puedan ser fácilmente desmontados, reparados o reemplazados según sea necesario. Esto facilitaría la actualización y la extensión de la vida útil del producto, reduciendo así la necesidad de reemplazo completo y o el desechar el producto en su totalidad.
  • Facilidad de acceso y mantenimiento: Diseñar productos y sistemas con acceso fácil a componentes críticos para el mantenimiento y la reparación. Esto puede incluir el uso de paneles desmontables, cierres rápidos y documentación clara de mantenimiento.
  • Estándares de diseño universal: Incorporar principios de diseño universal que hagan que los productos y entornos sean accesibles y utilizables por una amplia gama de personas, incluidas aquellas con discapacidades. Esto puede facilitar la reparación y el mantenimiento para una variedad de usuarios.
  • Diseño para la reutilización y el reciclaje: Considerar la posibilidad de desmontaje y reciclaje al final de la vida útil del producto, como parte de una economía "circular" o bien, mejor dicho, en "espiral". Diseñar productos con materiales reciclables o biodegradables facilita su disposición final de manera sostenible.
Al adoptar prácticas de ingeniería y diseño para la durabilidad y reparabilidad, se puede reducir la cantidad de residuos generados, promover la economía circular o en espiral y prolongar la vida útil de los productos y sistemas, lo que contribuye a la sostenibilidad ambiental y económica a largo plazo.

Repensar el papel de la ingeniería en la sociedad, priorizando la sostenibilidad y el bienestar humano sobre el crecimiento económico a cualquier costo requiere un cambio de paradigma tanto en la educación y formación de ingenieros como en las políticas públicas y las prácticas empresariales.

lunes, 17 de julio de 2023

Decrecimiento, confianza y clase obrera.

Copio a continuación el artículo escrito por Emma River-Roberts en la web Working Class Economy Group acerca de como el bienestar de la sociedad no está relacionada con el crecimiento del PIB y el hiperconsumismo. Además en el texto anima a las clases trabajadoras a ser el estandarte del cambio que mitigue la actual crisis cilimática y aleje una posterior crisis social:

La clase obrera mundial siempre ha soportado la peor parte del capitalismo. Siempre lo hemos hecho y siempre lo haremos.

Dado que las economías basadas en el crecimiento se encuentran en el centro de la crisis climática, es evidente que algo debe cambiar. Las Naciones Unidas informaron que incluso con el cumplimiento de los nuevos compromisos nacionales y otras medidas de mitigación, la Tierra está en camino de alcanzar los 2,7 °C para fines de siglo. El crecimiento económico continuo nos está empujando más lejos en este camino a un ritmo alarmante. El crecimiento sin fin nos ha metido en este lío, y ninguna cantidad de crecimiento puede sacarnos de él. Necesitamos el decrecimiento.

El decrecimiento es una reducción planificada de formas de producción y consumo destructivas y menos necesarias (como los combustibles fósiles, la moda rápida y la publicidad). Hacerlo reduciría la energía y los materiales utilizados por las economías, lo que permitiría una transición rápida a economías bajas en carbono a un ritmo lo suficientemente rápido como para detener el colapso ecológico. Sin embargo, algunos países aún necesitan crecer. Entonces, donde veríamos esta reducción en la producción y el consumo de los países ricos, los países más pobres continuarían aumentando la suya con fines de desarrollo, para garantizar que las poblaciones respectivas puedan satisfacer sus necesidades mientras evitan sectores menos necesarios y destructivos.

En parte, el aumento del bienestar se lograría alejándose de una sociedad hiperconsumista. No estamos abogando por que las personas no consuman nada en absoluto, ni estamos culpando a las personas por la crisis climática de ninguna manera. Más bien, alentamos a aquellos que consumen mucho más de lo que necesitan para reinar (¿alguna persona necesita una flota de autos?). El consumo con fines competitivos: indicar su autoestima y éxito a través de lo que tiene en el sentido material, no brinda verdadera felicidad. Y no, no estamos sugiriendo que las personas sin los medios para consumir en exceso deban consumir incluso menos como algunos parecen pensar. Eso sería estúpido.

Las políticas de decrecimiento incluyen la implementación de una Renta Básica Universal. Los servicios públicos serían desmercantilizados y ampliados, lo que permitiría a las personas acceder a servicios asequibles como alimentos saludables, transporte público, agua y vivienda. Se introduciría una garantía de empleos verdes para garantizar que la liquidación de ciertos sectores, como las industrias de combustibles fósiles y moda rápida, no afecte negativamente a los empleados en estas áreas. Esto emplearía y capacitaría a las personas en torno a importantes objetivos ecológicos y sociales, como la instalación de energías renovables y el aislamiento de edificios.

En lugar de utilizar el PIB como medida de prosperidad de un país, se utilizarían indicadores de bienestar. Esta es una forma mucho más sensata de evaluar qué tan bien le está yendo a una población determinada: el crecimiento del PIB no se correlaciona con el bienestar de las personas y no diferencia entre las cosas buenas y malas que pueden hacer que una economía crezca: guerras y derrames de petróleo, por ejemplo. ejemplo, puede hacer que aumente el PIB.

En los últimos años, la idea de alejarse de las economías basadas en el crecimiento ha cobrado impulso en la política dominante. En 2016, se estableció en el Reino Unido el Grupo parlamentario de todos los partidos sobre los límites del crecimiento. El Parlamento Europeo acogió las conferencias Beyond Growth de 2018 y 2023. En 2022, uno de los partidos de gobierno de España adoptó el decrecimiento. A principios de este año, el parlamento holandés se dirigió al decrecimiento. Sin embargo, a pesar de sus mejores esfuerzos, incluso por admisión del propio movimiento de decrecimiento, han luchado por atraer una presencia de clase trabajadora.

Deshacer esto es mucho más complejo que realizar una charla, un seminario web, un festival u otra reunión similar y esperar a que aparezca la gente. Es mucho más complicado que explicar la economía del decrecimiento y mucho más complejo que darle a alguien un libro para que se vaya y lo lea. La complejidad radica en el desafío de ganarse la confianza de las personas de la clase trabajadora que han sido decepcionadas y mentidas durante generaciones por otros que han afirmado estar actuando en su mejor interés pero, en su mayor parte, nunca lo han hecho. Nosotros, la clase trabajadora, hemos vivido el agotamiento de nuestros estándares de vida y dignidad con cada promesa fallida entregada a través de políticas aparentemente progresistas que han resultado ser todo lo contrario. Las falsas promesas son todo lo que hemos conocido.

En su forma más obvia, existe la necesidad de confiar en que la economía suma y que la alternativa dominante de crecimiento verde no. Pero también existe la necesidad de asegurar a la clase trabajadora que estos principios económicos mejorarán fundamentalmente sus vidas. Esto no se logrará simplemente golpeándolos con una cantidad nunca creciente de datos empíricos y algo abstractos. Por supuesto, estos tienen su lugar. Para aceptar y apoyar la economía progresista que se desvía de la corriente principal, debe aceptarse que las personas detrás de la economía tienen intenciones verdaderamente compasivas.

Los defensores del decrecimiento lo postulan como "sentido común": ¡por supuesto que el decrecimiento tiene sentido! El capitalismo es antidemocrático por diseño y las economías no pueden crecer infinitamente en un planeta con recursos finitos. Pero como he escrito en otra parte, en lo que respecta a la clase trabajadora, el decrecimiento nunca será un movimiento de "construyamos y ellos vendrán". Puede ser de sentido común, pero ¿cómo puede la clase trabajadora creer que esta vez las cosas serán diferentes cuando todos los de la corriente principal han dicho exactamente lo mismo en el pasado, y la única diferencia que ha hecho para nosotros es que la vida se ha vuelto infinitamente mierda.

Como mujer de clase trabajadora en el movimiento de decrecimiento, puedo dar fe de las intenciones genuinas de la gente. Pero siendo realistas, ¿cuántas personas depositarán su confianza en el decrecimiento porque "el artículo de Emma me lo dijo?", ¡aunque sería genial si lo hicieras! La respuesta a la pregunta de cómo se puede construir y mantener la confianza solo puede provenir de otras personas de la clase trabajadora, que nos digan qué les permitiría sentirse seguros, respetados y escuchados.

Como mínimo, un buen punto de partida sería relacionarse con las comunidades en sus lugares y en sus términos: la investigación sobre las actitudes de la clase trabajadora hacia el Green New Deal destacó que invitar a oradores locales respetados y explicar la importancia de escuchar a la gente local y lo que querían hacer, en lugar de tratar de persuadirlos de lo que se necesitaba, fue un gran éxito.

Para aquellos que siempre han actuado de esta manera: tratar a los demás con el respeto que merecen, decirles explícitamente a las personas de clase trabajadora que sus voces son y siempre serán valoradas puede que nunca se les pase por la cabeza, pero en la vida cotidiana, esto es algo que rara vez hacemos. experiencia. Entonces, al asegurar que la dignidad y el respeto se sientan en el corazón mismo de las imaginaciones del decrecimiento para una sociedad nueva y mejor, se envía un mensaje inequívoco a la clase trabajadora de que la búsqueda del decrecimiento realmente vale la pena. Además, invitar a oradores locales, conocidos y confiables es clave, ya que existe una relación existente en la comunidad basada en la confianza y el respeto mutuos.

Hablar de la economía del decrecimiento se convierte entonces en algo más que hablar de economía. Se trata de ganarse la confianza de un grupo con todas las razones para desconfiar de cualquier nueva visión de una sociedad mejor y más justa. En la sociedad en general, esforzarse por mejorar siempre ha sido a costa de nuestro bienestar y medios de subsistencia. Por el contrario, la búsqueda de una sociedad de decrecimiento ofrece una ruta tangible hacia una vida más equitativa para todos. Una vida mejor es muy nuestra para tomarla.

Emma River-Roberts

domingo, 28 de mayo de 2023

Repensar el trabajo en la transición Eco-social

Uno de los puntos más importantes sobre el decrecimiento, y que obviamente afecta a la sociedad en sí y al cambio de sistema, es el trabajo. ¿Cómo se debe enfocar el trabajo para satisfacer las necesidades del ser humano en un sistema en el que no prevalezca el consumo de acaparación y sí el de satisfacer las necesidades básicas?¿Cómo deben enfrentarse las organizaciones a un sistema en el que deben cubrirse trabajos de índole social y bienestar comunitario frente al de la producción de bienes materiales?

Todo esto, está más o menos recogido en el siguiente informe realizado por Ecologistas en Acción: Escenarios de trabajo en la transición ecosocial2020-2030.

Y a continuación, dejo un vídeo con una exposición que realizó uno de sus autores, Luis González Reyes, sobre este asunto:

jueves, 18 de mayo de 2023

Trayectorias de “decrecimiento”

Hace poco me encontraba a un conocido que me agradeció mi interés en publicar este blog y salirme bastante de la retórica teórica que tanto abunda para intentar dar a este término llamado "Decrecimiento" una forma más práctica y técnica, es decir, en intentar dar una respuesta al "Cómo" y no al "Qué" o "Por qué" del decrecimiento.

Hoy, me encuentro con el siguiente artículo en el que básicamente se critica al "Decrecimiento" por esto mismo, ¿Cómo llevamos a cabo el Decrecimiento?¿Sabemos cómo?¿Sería válido?.

Lo copio a continuación para todo aquel al que le interese leerlo, pues obviamente, la crítica no deja de ser un apoyo de todo nueva teoría para ayudar a modelarla:

IEn su forma más dura, la crítica del decrecimiento sostiene que es una ideología utópica de clase media (Matt Huber) basada en predicados vagos (por ejemplo: “rendimiento material”, un término que según Kenta Tsuda no ofrece ningún criterio para distinguir entre “una pila de cenizas de carbón con infusión de mercurio y una masa equivalente de restos de comida en un cubo de compostaje”), con una crítica moralista de la industrialización, consumo y crecimiento, sin un plan desarrollado para la estabilización climática (Robert Pollin), sin un plan claro para su institucionalización, y ninguna manera plausible de superar la oposición capitalista concentrada a la vez que pone a las masas de su parte (Eric Levitz). Además, debido a la vaguedad de sus predicados, los decrecentistas entienden el crecimiento de forma totalmente errónea, y proponen planes que empeorarían la calidad de vida a cambio de conseguir reducciones de las emisiones muy modestas.

II. Demos a esta crítica todo lo que se merece. Incluso alguien afín al decrecimiento como Geoff Mann admite que la literatura decrecentista no es particularmente clara sobre cuál es su programa político, cómo se supone que funcionará, qué mecanismos asegurarán la cooperación internacional, qué principios guiarían a un gobierno que intente frenar formas de crecimiento dañinas y quién, si no las élites, llevaría realmente a cabo el declive controlado de las grandes economías capitalistas.La mayoría de las veces es muy complicado encontrar respuestas convincentes a las preguntas del “cómo” en la literatura decrecentista. Tres ejemplos recientes y destacados en la izquierda a favor del decrecimiento apuntan a un estado final deseable, una suerte de “modo de producción socialista”. “Menos es más” de Hickel y “El futuro es el decrecimiento” de Schmelzer y otros perfilan algunos deseos. Hickel habla de acabar con la obsolescencia programada, abolir la publicidad, eliminar el desperdicio de alimentos y reducir paulatinamente el número de industrias ecológicamente destructivas. Schmelzer y otros abogan por reducir la semana laboral, ofrecer servicios básicos universales y democratizar el control del “metabolismo social”. Estos deseos no son, en ningún caso, mucho más concretos que un eslogan de agitación: ninguno es equivalente a una política pública. En cuanto a la forma de llegar a estos deseos, solo Schmelzer y otros proponen una estrategia política. Siguiendo los pasos de E. O. Wright, proponen una combinación de estrategias “intersticiales” como la expansión del ecosistema de cooperativas, “reformas no-reformistas” como reducir la semana laboral y expandir los servicios básicos universales, y estrategias rupturistas como la insurrección de masas. Pero esto sigue siendo una estrategia de brocha gorda. Y ninguno de estos programas, como ya había anticipado Pollin, contiene una propuesta elaborada para la estabilización climática basada en las políticas del decrecimiento.

En comparación, la agenda de estabilización climática del Green New Deal es bastante concreta. Tiene mecanismos políticos específicos, prioriza el “desacoplamiento absoluto” del crecimiento de las emisiones de gases de efecto invernadero en pocas décadas mediante la inversión de billones (con b) en energías renovables. Ofrece un coste medible. Pollin sostiene que costaría entre el 1,5% y 2% del PIB anual. Puede convertirse en una política institucional de los sistemas políticos tal y como existen, fundamentalmente los Estados-nación y sus instituciones representativas. Puede ser electoralmente viable, ya que promete una mejora de la calidad de vida en vez de su deterioro: la enorme demanda de mano de obra necesaria para la transición energética crearía muchos más empleos que los que se perderían cerrando las industrias del carbón y el petróleo. Y, según señala Pollin, esto reduciría las emisiones de forma mucho más notable que una reducción del crecimiento. Basta con observar las comparativamente modestas reducciones de emisiones durante el primer año de la pandemia, a pesar de la reducción drástica en la actividad laboral, el transporte y la cantidad de mercancías consumidas.

III. Sin embargo, es difícil tomarse en serio muchas de las objeciones al decrecimiento. Pollin tiene razón al decir que encoger la economía mundial, por sí mismo, tendría un efecto menor que la transición a las energías limpias. Pero los decrecentistas no se oponen a las energías limpias, simplemente argumentan que no son suficientes. Tsuda tiene razón al decir que la literatura decrecentista carece de una visión coherente de las necesidades humanas. Pero los partidarios del crecimiento tampoco han resuelto ese problema. O bien dejan la solución en manos del mercado, con todos sus nefastos efectos ecológicos, o bien están en el mismo barco que los decrecentistas. Levitz tiene razón al decir que un movimiento transnacional para reducir la calidad de vida occidental es improbable. Pero la esencia del decrecentismo es desacoplar la calidad de vida del crecimiento: por eso el énfasis en trabajar menos, en los servicios básicos universales, en la economía de los cuidados, etcétera.En cualquier caso, como sostiene Geoff Mann, “según cualquier estándar razonable de argumentación, la carga de la prueba no recae en los decrecentistas, sino en aquellos que se aferran al crecimiento”. De los nueve límites del sistema terrestre identificados por Johan Rockström y Mattias Klum, el crecimiento perpetuo ya nos ha llevado más allá de sus umbrales en los casos de la extinción masiva y la contaminación por fósforo/nitrógeno. En el caso del cambio climático y la deforestación, mientras tanto, nos estamos acercando a ese umbral.El “desacoplamiento absoluto” del crecimiento del PIB de las emisiones de gases de efecto invernadero es teóricamente posible, y estabilizaría un aspecto de la crisis ecológica. Pero, a pesar de lo que dice Pollin, todavía no se ha demostrado ni remotamente que sea plausible. A día de hoy no hay alternativa al transporte marítimo y aéreo basado en combustibles fósiles, esencial para el funcionamiento de la economía global; no hay forma de producir carne en masa sin ganadería; no hay alternativas serias y escalables al uso de cemento y acero en la construcción, ambos responsables de parte de las emisiones mundiales. E incluso con una transición a energías limpias, es improbable que éstas pudiesen suplir un 100% de nuestras necesidades, por no hablar de las necesidades de la economía del futuro en un planeta con una población mundial en aumento.

IV. En cualquier caso, ¿por qué querríamos desacoplar únicamente crecimiento y emisiones? Las energías limpias no van a solucionar los problemas de la deforestación y la extinción masiva. Estos son problemas causados por las exigencias de los rendimientos materiales del sistema. El “desacoplamiento absoluto” del crecimiento del PIB de esos rendimientos materiales es una imposibilidad física, ya que cada nueva mercancía requiere el uso de algunos materiales y de algo de energía. Incluso el mínimo exigible, el desacoplamiento del crecimiento perpetuo del PIB de los rendimientos materiales más dañinos a nivel ecológico, parece improbable.Pensemos en ello. El crecimiento del PIB está causado por la acumulación competitiva de capital, que carece de cualquier criterio interno de salud ecológica. El capital se aumenta a sí mismo produciendo mercancías al menor coste posible para venderlas al mayor precio de mercado, eludiendo cualquier esfuerzo regulador que trate de imponerle criterios ecológicos. En la actualidad no existe una oferta ilimitada de energía disponible, e incluso las energías de bajas emisiones tienen costes ecológicos. Tampoco hay una oferta ilimitada de sustitutos ecológicos de materiales como el cemento y el acero.No parece que esto sea posible. Corresponde a los defensores del crecimiento, incluso un crecimiento no-capitalista, sea como fuere éste, el demostrar su viabilidad práctica. ¡Sorpresa! El decrecimiento carece de un plan plausible, pero lo mismo le ocurre al “crecimiento verde” de cualquier tipo. Quizás sea porque, como defiende Vaclav Smil, el crecimiento sostenible es una contradicción de términos. En un sistema terrestre sujeto a límites, todos los patrones de crecimiento llegan a su fin. Los patrones de crecimiento que hemos experimentado durante los últimos doscientos años, y que nos hemos acostumbrado a considerar normales, son históricamente aberrantes.

V. El decrecimiento es un neologismo torpe para un problema real.Pero la afición por el prefijo “de-” en la izquierda, en palabras como decrecimiento o decolonial, por ejemplo, quizás diga mucho sobre este momento político. El prefijo “de-” significa “fuera” o “procedencia”. Significa que debemos eliminar algo: en este caso, algo problemático como el legado duradero del colonialismo, a la presión temeraria sobre los biosistemas terrestres. Estos términos sugieren que estamos en un momento de crítica, negación, deconstrucción, no de reconstrucción.Cortarle la cabeza al rey (decapitación) no garantiza una república. Derrotar al colonialismo (descolonización) no garantiza la libertad. Hemos aprendido esto en la práctica, penosamente. Estamos en una fase histórica en la que empezamos a ponernos de acuerdo sobre cuál es el problema, o algunos de los problemas, sin estar de acuerdo en qué debe venir a continuación. De ahí la fértil y frenética experimentación abierta de la literatura decolonial, incluso de sus variantes abiertamente ecosocialistas. De ahí la ausencia de un programa.Las preguntas de los críticos del decrecimiento siguen siendo válidas. ¿Cuál es exactamente el programa? ¿Cómo se supone que funciona? ¿Quién llevará a cabo el declive controlado de las grandes economías y se asegurará de que esto no perjudique a la clase trabajadora? ¿Qué acuerdos internacionales serán necesarios y quién se encargará de imponerlos? ¿Qué mecanismos existirán para la redistribución global? ¿Cómo regularán o cerrarán los gobiernos algunas empresas para prevenir el crecimiento dañino? ¿Estará de acuerdo con todo esto una mayoría electoral? ¿Por qué deberían estarlo? Ese poco crecimiento adicional puede significar un año más de vida saludable, un hijo más que criar, una habitación extra en tu casa. ¿Y por qué, sobre todo, deberíamos llamarlo decrecimiento? ¿Quién se sentirá interpelado por ese término, además de los especialistas?

Richard Seymour

Traducido por Contra el Diluvio
19/05/2023

lunes, 17 de abril de 2023

¿Desarrollo Sostenible o Transición Ecosocial?

El término de Desarrollo Sostenible ha venido tomando fuerza desde su definición en 1997 en un afán de abrir el mercado remarcando su "lucha" contra el  deterioro del medio ambiente, al agotamiento de los recursos naturales y a la contaminación ambiental.  todo ello como consecuencia del afán del hombre por satisfacer sus necesidades económicas sin medir el impacto de sus acciones en la naturaleza. Es lo que se ha dado por llamar en la actualidad "Green Deal" o "Pacto verde"

Según su definición, la sostenibilidad contemplaría solo tres dimensiones no excluyentes: 
  • Dimensión económica: Implica que los sistemas productivos deben seguir satisfaciendo los niveles de consumo actuales sin que ello afecte a la capacidad de satisfacer necesidades futuras.
  • Dimensión Social: Se centra en aspectos como equidad, accesibilidad, participación, seguridad y estabilidad institucional.
  • Dimension Ambiental: Hace referencia al ambiente natural y cómo este debe mantenerse productivo y resiliente para sustentar la vida humana; es decir, requiere que los recursos sean utilizados a una tasa no superior a la de regeneración, y que los residuos que recibe sean emitidos no más rápido de lo que pueden ser asimilados.
Por tanto la sostenibilidad, aunque con un carácter social y medioambiental, se encauza en aun con una visión global y económica, con una búsqueda del equilibrio entre la actuación humana y la naturaleza, y en consecuencia en un desarrollismo del consumo, y por tanto, del capitalismo, que, mal nos pese, seguirá teniendo  efectos significativos en el entorno y en las personas.
Seguimos pensando que vivimos en un planeta con recursos ilimitados y, por tanto, podamos seguir pensando en crecer ilimitadamente, lo cual ya tenemos constancia de que no es así.

Sin embargo, el decrecimiento, y en este caso, la Ingeniería del Decrecimiento, tienen que tener una mayor conciencia acerca que este sistema de Capitalismo sostenible va a seguir provocando pérdida de la biodiversidad, aumentando la crisis climática, provocando la escasez de recursos y  manteniendo la desigualdad social.

En una situación en la que estamos inmersos y en la que se están produciendo profundas  alteraciones relacionadas con la satisfacción de las necesidades básicas: una disminución drástica de recursos tanto de materias primas como energéticas y una cada vez mayor crisis climática, medio ambiental y de alimentos, es necesario reconfigurar el sistema hacia un modelo que bien cumpla con los principios básicos del decrecimiento.

Así, parece que una transición ecosocial pasaría por la configuración hacia un modelo que conjugara de forma simultánea los siguientes puntos: 
  • Decrecer
  • Desurbanizar
  • Destecnologizar
  • Despatriarcalizar
  • Descolonizar
  • Desmercantilizar
  • Descomplejizar.
Pero, obviamente, sin disminuir el bienestar social y medio ambiental, cubriendo con las necesidades básicas de la sociedad, que es lo que llamamos decrecimiento. Por tanto, ¿Serían estos los objetivos de la Ingeniería del Decrecimiento?


jueves, 13 de abril de 2023

Principios de la Ingeniería del decrecimiento

La ingeniería del decrecimiento, como tal, como una disciplina más de esta teoría o forma de vivir que llamamos decrecimiento, debe basar su desarrollo en sus ochos principios u ocho "Erres":
  • Revaluar: El ingeniero debe considerar que hay valores dominantes hoy en día que en un contexto de decrecimiento no tendrán ya validez, y que hay que sustituirlos por otros más beneficiosos para toda la humanidad y el medio ambiente. Por ejemplo, revaluar el consumismo por lo únicamente necesario y útil, la competencia por la cooperación, etc.
  • Redefinir: Hay que interpretar y mirar al mundo de otra manera. Como un todo. En el que cada acción tiene su reacción buena y/o mala, y que lo local, afecta a lo global y que lo global afecta a lo local. 
  • Reestructurar: Uno de los principios que a mi juicio tendrá más validez para el Ingeniero del Decrecimiento, y es el de adaptar un aparato productivo como es el actual a un sistema en el que las relaciones sociales y un respeto al medio ambiente estarían en la cúspide de una nueva escala de valores.
  • Relocalizar: Es una de las máximas del decrecimiento. El de producir no solo lo necesario, sino hacerlo de manera local o de proximidad, con el fin de satisfacer todas nuestras necesidades sin con ello contribuir en cadenas logisticas que al final vienen a perjudicar los sistemas sociales y medio-ambientales.
  • Redistribuir: Otro de los principios del decrecimiento que implica básicamente en un reparto distinto de la riqueza, que conlleve a su vez, un bienestar social y medio-ambiental.
  • Reducir: Este principio se basa en hacer lo posible pero disminuyendo el impacto que tienen nuestra actividades en el mundo. Incluiría también en limitar nuestro trabajo a solo lo esecial, con lo cual, estaríamos también dando pie a una revaluación, una redefinición o a redistribución de la riqueza. 
  • Reutilizar y Reciclar: Son la mejor forma de frenar el despilfarro, reducir recursos e impactos y alargar el tiempo de vida de los productos.
Está claro que hay algunas que transcienden el campo de la ingeniería, y van más allá. Son cuestiones más sociales, pero obviamente, todas se implementan, se complementan y se ven afectadas por otras. 

En consecuencia, un ingeniero, enfocado en el decrecimiento como objeto de su trabajo en pos de un mejor futuro para todo el mundo, debe tener estos principios en cuenta.

En posteriores entradas, iremos desarrollando cada uno de los principios de la Ingeniería del decrecimiento.

Tecnologías de bajo impacto ambiental y social

En un proceso de ingeniería, el contar con una tecnología que posibilite el desarrollo de un proceso, es fundamental. Dentro del marco de la...